domingo, 5 de junio de 2016

Que Deberíamos evitar consumir (primera parte)

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Que Deberíamos evitar consumir
(primera parte)

Los casos específicos expuestos a continuación deben tomarse como ilustrativos de tipos de productos problemáticos en cuanto a su consumo.

Productos Refinado
    El proceso de refinación conlleva usualmente los siguientes problemas:
  • Pérdida de una cantidad sustancial de nutrientes (proteínas, minerales, vitaminas, entre otras), sin los cuales el valor nutritivo del alimento no sólo desciende abruptamente sino que su asimilación por el cuerpo se hace más difícil.
  • Adición de sustancias químicas para “Limpiar” (prevenir hongos, insectos, entre otros) o blanquear el producto, sustancias cuya acumulación en el cuerpo tiende a producir trastornos graves.
1.- El caso del azúcar blanca: El consumo del azúcar blanca ha sido ampliamente vinculado a la obesidad las enfermedades cardíacas, desórdenes digestivos, la diabetes, la hiperactividad, y las caries dentales.

El azúcar que nos da la naturaleza no es pura. Viene acompañada por complejas combinaciones de enzimas, vitaminas (en particular taminia) y minerales, que permiten que el azúcar pueda ser asimilada y quemada fácilmente en el organismo y así darnos energía. Todo éstos se pierde cuando se refina el azúcar (de lo cual queda la sacarosa). El organismo se ve obligado a ceder reservas propias de vitaminas, enzimas y minerales, para asimilar la sacarosa o azúcar blanca; con la consiguiente alteración del metabolismo y funciones normales de los órganos que pierden dichos biocatalizadores, lo que conduce a la secuela de enfermedad aludidas. El azúcar blanca, pues, no sólo no nutre, sino que literalmente le roba al cuerpo nutrientes que ya posee. Por si fuera poco, el blanqueo y pulitura del azúcar blanca requiere de algunas sustancias químicas como el ácido fosfórico (usado en la industria como corrosivo), de efectos perjudiciales para la salud.


2.- El caso de harina de trigo refinada: Un grano de trigo entero consta de una cáscara exterior (el salvado o afrecho), un segmento lateral (el germen) y el endosperma (o parte interior). La refinación persigue remover el salvado y germen, dejando el endosperma. Este proceso tiene muchas ventajas para el industrial: habiéndose removido el germen y los aceites que contiene, lo que queda es menos perecedero y hay menos posibilidades de la infección de insectos; ésto significa que grandes cantidades del producto pueden ser almacenadas que grandes cantidades del producto pueden ser almacenadas sin temor a que deterioren, lo que facilita el proceso industrial. Por otro lado, el proceso de blanqueo y maduración (que con la harina integral hubiese tardado más tiempo) se acelera usualmente con peróxido de benzoil (blanqueador) y bromato de potasio (agente de maduración). Por si fuera poco, se añade también propanato de calcio para retardar el proceso de deterioro. 

A esto usualmente se agregan finalmente: levadura, aceite vegetal, hidrogenado, y una buena cantidad de azúcar y sal, para conseguir el producto final: un reluciente y “rebosante” pan blanco. Un proceso muy conveniente para el industrial que gana el manejo de grandes volúmenes de la materia prima, tiempo y …. dinero. ¿Y qué le queda al consumidor, o, mejor dicho, qué no le queda?. El pan blanco carece de 80% de los minerales, 80% de las vitaminas B-6,75% de la niacina y la biotina, 65% del ácido fólico, 60% de la vitamina B1 y riboflavina, 45% del ácido pantoténico y 35% de la vitamina E, originalmente presente en el grano. El consumidor también pierde la valiosa fuente de fibra que constituye el salvado. Todo ello, para no hablar de los aditivos nocivos que contiene el pan blanco.



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